miércoles, 16 de julio de 2008

¿Qué es la sociedad?

La sociedad es una unidad sistémica y ordenada de conjuntos de organizaciones que actúan de manera interdependiente en torno a la administración de recursos físicos y simbólicos. Debemos partir de entender que la unidad de estudio en la sociedad no es el individuo, sino la organización de individuos, reconociendo en ellas una serie de lógicas particulares que van a ir determinando los diferentes roles que adquiere el sujeto a lo largo de su vida.

La razón por la cual denomino a la organización como la unidad básica de la sociedad es porque precisamente en ella se van a dinamizar las principales características de los individuos (prácticas sociales, sentidos del mundo, valores, etc.) y se va a producir el espectro de relaciones entre sujetos lo que los va a ubicar en una serie de interrelaciones que van a mediar y determinar el desarrollo de subjetividades, por ende de una subjetividad colectiva, una memoria y una identidad. Todo esto en función de los espacios donde se desarrolle el individuo y de las características contextuales tales como la economía, la política y la cultura, que también son producto de la interrelación de organizaciones.

La administración de los recursos físicos y simbólicos

Denomino como administración de recursos físicos y simbólicos a la actividad fundamental de las organizaciones humanas, las cuales ordenadas en base a una lógica determinada van a desarrollar una serie de redes y soportes que van a determinar la forma de distribución de estos recursos. Esta lógica va a ser una fuerza impersonal construida en base a una ideología dominante y a discursos que justifican las acciones de los individuos.

Cuando hablo de administración de recursos físicos me refiero a la distribución de las riquezas producidas por el conjunto de las relaciones económicas. Considero, adscrito a una concepción dialéctica materialista, que estas relaciones van a condicionar la existencia y forma de las otras relaciones (políticas, culturales, etc.) No me refiero a que van a determinar de manera mecánica, sino que van a establecer una fuerte influencia, por ejemplo, en las relaciones entre grupos culturales, en las relaciones entre géneros, el acceso a la educación y al ejercicio de la ciudadanía.

Siguiendo esta lógica, podemos decir que el origen de la pobreza va a ser la inadecuada distribución de la riqueza y de la falta de acceso de la población al ejercicio productivo. Este tipo de distribución será producto, por un lado, de la existencia de una serie de instancias e instituciones que van a naturalizar y justificar las diferencias; y por el otro, de la aplicación de una serie de limitantes al de la toma de decisiones respecto a la distribución. Estas instancias e instituciones van a ser los aparatos ideológicos del Estado
[1], tales como la educación, la religión, las leyes, entre otras. Mientras que las limitaciones van a ser las formas institucionalizadas de discriminación alimentadas por los discursos dominantes. Todo esto contribuye a establecer un modus vivendi, propio de la sociedad. Claro que estos procesos son dinámicos y producen una serie de conflictos ideológicos y discursivos al interior de estas, con las cuales se van transformando las estructuras en las que se basa la sociedad.

Cuando me refiero a la administración de los recursos simbólicos, me refiero a las formas en que se va a producir el capital simbólico en la sociedad. Podemos decir que el hombre vive en “una nueva dimensión de la realidad”
[2], en un “universo simbólico”[3]. Por esto podemos decir que el individuo que vive en sociedad no solo vive en medio de una configuración social, económica y política particular, sino también en medio de una configuración sistemática simbólica que significa y que constantemente está significando una serie de valores, roles y percepciones sobre la situación que vive.

El rol de la comunicación

Para que se logre esta mediación se va a producir el fenómeno de la comunicación, el cual lo definimos como la relación objetiva e intersubjetiva que va a generar procesos de intercambio en los individuos que van a afectar las dimensiones de lo fáctico y de los simbólico, del hecho y de su representación, de lo vivido y lo imaginado. Estos intercambios se producen en un conjunto de relaciones asimétricas en lo político, económico, social y cultural. Estas diferencias no solo van a influir en las mediaciones y representaciones sino que van a ser representadas produciéndose procesos, en muchos casos de disociación ideológica, en el tema de lo económico, etc.

El desarrollo es un factor interviniente en la dinámica de interrelación de los individuos porque va a alterar las representaciones, usos y acciones en torno a un tema. Más aun, el desarrollo es un espacio de diálogo y de interrelación en sí mismo, debido a que se va a producir en la medida que se cuestionan las estructuras y manifestaciones de fenómenos que no permiten un adecuado estándar de vida para la sociedad. No podemos hablar de desarrollo en bloque, hablamos de desarrollo en función de la diferencia. Es por esto que la apuesta desarrollo es una hipótesis de nuevas formas de interrelación entre los individuos para combatir la diferencia. En el tema de la pobreza se trabajan las relaciones económicas, en el tema de la discriminación, las diversas relaciones sociales, culturales y políticas que van a hacer posible la discriminación; en el tema de género, se trabajan las diferencias en la relación hombre mujer y su significación en la sociedad.




[1] ALTHOUSSER, Louis. Aparatos ideológicos del Estado
[2] CASSIRER, Ernest. Antropología Filosófica … p. 47
[3] Op.Cit.

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