23 de agosto de 2007
Ayer escuché mencionar a una estudiante de Lingüística el tema de actitud lingüística en las personas lo cual me llamó la atención debido a la explicación que realizó de dicho fenómeno. Tal consiste en la actitud que asumen las personas quechua – hablantes que al estar insertos en un medio tan particular como Lima conservan la lengua materna como una cuestión de identidad pero que no constituye mayor valor en las nuevas relaciones que van generando en sus actividades cotidianas.
Esta situación que se observa en el uso de una lengua puede ser explicada a partir de una lógica de relación entre sujetos establecida en la sociedad colonial a partir de discursos construidos en base a situaciones que suponían un asimetrismo entre los sectores que componían la sociedad y que actualmente persisten en nuevas manifestaciones y configuraciones del imaginario colectivo. La cuestión de asumir una actitud negativa frente a una particularidad del propio ser implica una readaptación del sentido del propio ser humano y que afecta por consiguiente su cosmovisión estableciendo formas de relación que respondan a la violencia ejercida por presión de la sociedad. Un ser humano enajenado no constituye parte de una acción de negociación social debido a que no estará conciente ni seguro de las características con las cuales puede establecer lazos de parentesco, puede discrepar o ceder.
Cómo puede construirse un ambiente de tolerancia si no se establecen principios claros de aceptación en la sociedad a las formas principales de manifestación cultural como es la lengua. Recuerdo que cuando dos congresistas, entre ellas Hilaria Supa, decidieron realizar el juramento frente al Presidente del Congreso en quechua fueron extrañamente vistos por sus compañeros. El debate frente a la propuesta de discutir los temas en el Congreso en diversos idiomas fue parte de un proceso de esclarecimiento y de manifestación de las principales contradicciones en las cuales vivimos en sociedad. Pienso que los medios de comunicación no supieron ahondar en el tema de manera pertinente debido a que se abordaba el tema desde un punto de vista pragmático creyendo que la traducción solo generaría alargar innecesariamente los debates debido a que todos podían comprender fácilmente el español.
Ahora, esta situación no ha quedado zanjada aun. Pienso que deberían realizarse mayores esfuerzos para lograr una inclusión de nuevas manifestaciones culturales en nuestros espacios de representación. No olvidemos que la sociedad está compuesta por un conjunto de valores sociales que dictan las formas de asimilar los fenómenos sociales y de asumir un comportamiento determinado frente a una situación. En este caso los valores que existen respecto a la conservación y uso de una lengua por parte de un conjunto de personas no están consolidados y menos aun con actitudes como las manifestadas por el Congreso.
La lengua es una forma particular de aprehensión del mundo que posee una cultura, el uso en relación con otras lenguas forma parte del mestizaje entre sujetos. Este proceso tiene que formar parte de una política de tolerancia entre las personas. Propongo que la tolerancia sea entendida como una forma de inclusión simbólica de la configuración del sentido de los hombres en los imaginarios de las personas que toleran. Es decir, que para poder ser tolerante debo incluir en mi mirada la mirada ajena. Ningún hombre asume la existencia de otro sin transformarse en ese proceso. Plantear la tolerancia entre las culturas con diversas lenguas y costumbres supone una asimilación de ambas lógicas en miradas particulares construidas. Esta propuesta me recuerda a los principios de la intersubjetividad utópica que supone un intercambio y transformación en las personas a partir del contacto con otras personas. Según Alejandro Diez esta mirada no puede ser planteada como una acción real debido a que en la realidad las relaciones intersubjetivas se producen en un conjunto de relaciones asimétricas que suponen el uso del poder y de medios de represión en la sociedad. Ser concientes de eso generaría observar un conjunto de conflictos entre culturas en las que una cultura que tiene una mejor posición tanto económica como cultural absorbería a otra. Aquí entramos en otro tema que es la hibridación de culturas propuesta por Néstor García Canclini. Pero eso es parte de otro tema que hace falta aclarar.
Ayer escuché mencionar a una estudiante de Lingüística el tema de actitud lingüística en las personas lo cual me llamó la atención debido a la explicación que realizó de dicho fenómeno. Tal consiste en la actitud que asumen las personas quechua – hablantes que al estar insertos en un medio tan particular como Lima conservan la lengua materna como una cuestión de identidad pero que no constituye mayor valor en las nuevas relaciones que van generando en sus actividades cotidianas.
Esta situación que se observa en el uso de una lengua puede ser explicada a partir de una lógica de relación entre sujetos establecida en la sociedad colonial a partir de discursos construidos en base a situaciones que suponían un asimetrismo entre los sectores que componían la sociedad y que actualmente persisten en nuevas manifestaciones y configuraciones del imaginario colectivo. La cuestión de asumir una actitud negativa frente a una particularidad del propio ser implica una readaptación del sentido del propio ser humano y que afecta por consiguiente su cosmovisión estableciendo formas de relación que respondan a la violencia ejercida por presión de la sociedad. Un ser humano enajenado no constituye parte de una acción de negociación social debido a que no estará conciente ni seguro de las características con las cuales puede establecer lazos de parentesco, puede discrepar o ceder.
Cómo puede construirse un ambiente de tolerancia si no se establecen principios claros de aceptación en la sociedad a las formas principales de manifestación cultural como es la lengua. Recuerdo que cuando dos congresistas, entre ellas Hilaria Supa, decidieron realizar el juramento frente al Presidente del Congreso en quechua fueron extrañamente vistos por sus compañeros. El debate frente a la propuesta de discutir los temas en el Congreso en diversos idiomas fue parte de un proceso de esclarecimiento y de manifestación de las principales contradicciones en las cuales vivimos en sociedad. Pienso que los medios de comunicación no supieron ahondar en el tema de manera pertinente debido a que se abordaba el tema desde un punto de vista pragmático creyendo que la traducción solo generaría alargar innecesariamente los debates debido a que todos podían comprender fácilmente el español.
Ahora, esta situación no ha quedado zanjada aun. Pienso que deberían realizarse mayores esfuerzos para lograr una inclusión de nuevas manifestaciones culturales en nuestros espacios de representación. No olvidemos que la sociedad está compuesta por un conjunto de valores sociales que dictan las formas de asimilar los fenómenos sociales y de asumir un comportamiento determinado frente a una situación. En este caso los valores que existen respecto a la conservación y uso de una lengua por parte de un conjunto de personas no están consolidados y menos aun con actitudes como las manifestadas por el Congreso.
La lengua es una forma particular de aprehensión del mundo que posee una cultura, el uso en relación con otras lenguas forma parte del mestizaje entre sujetos. Este proceso tiene que formar parte de una política de tolerancia entre las personas. Propongo que la tolerancia sea entendida como una forma de inclusión simbólica de la configuración del sentido de los hombres en los imaginarios de las personas que toleran. Es decir, que para poder ser tolerante debo incluir en mi mirada la mirada ajena. Ningún hombre asume la existencia de otro sin transformarse en ese proceso. Plantear la tolerancia entre las culturas con diversas lenguas y costumbres supone una asimilación de ambas lógicas en miradas particulares construidas. Esta propuesta me recuerda a los principios de la intersubjetividad utópica que supone un intercambio y transformación en las personas a partir del contacto con otras personas. Según Alejandro Diez esta mirada no puede ser planteada como una acción real debido a que en la realidad las relaciones intersubjetivas se producen en un conjunto de relaciones asimétricas que suponen el uso del poder y de medios de represión en la sociedad. Ser concientes de eso generaría observar un conjunto de conflictos entre culturas en las que una cultura que tiene una mejor posición tanto económica como cultural absorbería a otra. Aquí entramos en otro tema que es la hibridación de culturas propuesta por Néstor García Canclini. Pero eso es parte de otro tema que hace falta aclarar.
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