Un día a Rodríguez; uno de los hombres más respetados de Minas, un pueblo del interior en Uruguay; se le ocurre llevar a conocer el mar a cuatro de sus amigos: Rataplan (el barrendero), Siete Tres (el vendedor de loterías), Quintana (el enterrador del cementerio) y Vasco (un parroquiano bebedor con pocas ganas de hacer amistades). El más emocionado con el viaje es Rodríguez quien les ha dicho a todos que el mar es una cosa espectacular. Rataplan, Siete Tres y Quintana no están muy seguros de eso y se aventuran al viaje sin muchas ganas. A Vasco lo recogen en estado de ebriedad en la calle y también se suma al descubrimiento. Hasta aquí todo sería una historia simpática pero cotidiana. Lo que le agrega un sentido especial al relato es un forastero que llega al pueblo y sin otro plan urgente decide acompañarlos a ver el mar. Cuando Rataplan, Siete Tres y Quintana le preguntan el por qué si el ya lo había visto él responde "para ver cómo lo ven ustedes".
La frase del forastero es lo que le va a dar sentido a la historia. Descubrir el descubrimiento de otros. Lo que Giddens llamaba, refiréndose a la actividad fundamental de las ciencias sociales, la doble hermenéutica, el interpretar las interpretaciones de los actores. Entonces se producen una serie de diálogos en el camión que los lleva a conocerse mutuamente. Para el forastero (que nunca llega a decir su nombre ni contar su historia lo cual coincidentemente habla una lejanía metodológica con los sujetos de estudio) conocer a sus intérpretes es fundamental para reconocer sus descubrimientos.
La historia no cuenta peripecias épicas ni nudos trascendentales. Un recalentamiento del camión, la búsqueda de agua, la necesidad de comer antes de ver el mar, entre otros, son los únicos elementos que van a ir condicionando la historia. Esta sencillez en la dinámica y en los eventos constituye el acercamiento a la cotidianidad, un espacio que no genera mayores sorpresas en los intérpretes porque pareciera construido con el mismo material con la que está construida la vida del investigador. Lo que el film cuenta es el proceso de descubrimiento de los actores, es el acompañamiento en el cual el sujeto observador como los actores del proceso van cambiando e interactuando sus puntos de vista.
Esta película me gusta particularmente porque muestra la actitud del sujeto que observa participativamente que se deja llevar por la situación y llega a establecer una relación horizontal entre actores sin la necesidad de ponerse por encima. Para él el mar no significa mucho porque es parte de su experiencia previa, sin embargo ese conocimiento no le genera sentimientos de superioridad, tampoco intenta atraer la atención hacia él. Lo que busca es abstraerse de esa primera experiencia para darle el valor suficiente a sus interlocutores. Esta actitud del investigador es una actitud que considero pertinente en el trabajo de campo. Lo importante es no atraer la atención de las personas que intentamos concocer porque alteramos la valoración de la experiencia en nuestros entrevistados. A veces solo es necesario introducir ciertos elementos que permitan reconducir las conversaciones pero sin buscar el protagonismo. Por ello la actitud que observamos en el forastero durante la película me parece un buen ejemplo de cómo ir construyendo una relación dialogante donde se pueda generar sinergias y un clima cálido.
Puedo hacer un contrapunto con la actitud de Rodríguez quien también es un observador del descubrimiento pero desde una perspectiva yoísta. Rodríguez descubrió el mar hace mucho tiempo y busca que los demás compartan esta experiencia. El problema es que él observa las cosas desde su propia cosmovisión y no se adentra en la forma de ver las cosas de los demás a pesar de que convive con ellos en el mismo espacio. Él espera encontrar una actitud positiva y de sorpresa en sus amigos pero, por el contrario, ellos llevan hasta el final una actitud de desconfianza. Su imagen es la imagen del pesimista que no entiende por qué los otros no valoran lo que él valora.
Hasta acá solo he arrastrado a un campo epistemológico actitudes naturales. El forastero es un escritor interesado en conocer, en vivir la vida, pero no es un investigador. Rodríguez es un sujeto muy buena gente, todo un caballero, pero no un investigador etnocéntrico. Quizá lo que me pareció interesante fue la coincidencia de la presencia de dos miradas muy comunes en la investigación representadas en una historia sencilla pero maravillosa. Se la recomiendo a todos...
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